Este fin de semana ha fallecido uno de los grandes de la Alta Costura, el genio de la aguja Manuel Pertegaz. A sus 96 años no ha superado una neumonía, dejando atrás casi 80 años dedicados al mundo de la moda. Nacido en Olba, Teruel, ha residido en Barcelona desde que era un niño, entrando en la sastrería de Angulo a trabajar con tan sólo 13 años, en donde aprendió a coser y supo cuál era su vocación.
Su carrera despegó enseguida y con tan sólo 24 años abrió su primera casa de costura en Barcelona y a los 30, una tienda en Madrid. En su primer viaje a Estados Unidos en los años 50 desfiló con diseñadores como Valentino, Emilio Pucci, Pierre Balmain… y dio el gran salto a nivel internacional. Comenzó a vender en las mejores tiendas de América y consiguió que su nombre resonara en el panorama de la moda, llegando a recibir incluso el ‘Oscar de la moda’ de la Universidad de Harvard.
Pero uno de sus grandes momentos fue en 1957 al fallecer Christian Dior. A pesar de que su nombre era el elegido para seguir su legado, Pertegaz lo rechazó. “Conocí a Dior en París. Me recibió en su despacho y me preguntó que a quién prefería en la moda. Le dije que me gustaba Balenciaga y, claro, también Dior. Y él, entonces, dijo: Yo soy Dior como consecuencia de Balenciaga”, explicó el diseñador.
Desde entonces no dejó de cosechar éxitos en su larga trayectoria profesional. Se convirtió en el primer español en llevar sus diseños a la Quita Avenida de Nueva York y vistió a mujeres tan diferentes como Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jackie Kennedy o Bibis Samaranch, su musa, amiga y confidente. Y en cada diseño trabajaba con la ambición de hacer piezas exclusivas para cada una de ellas, ya que no le gustaba que vistiesen todas iguales. Aristocratizaba cada vestido y lo llenaba de elegancia adaptándolo al cuerpo de la mujer, y no a la inversa.
A pesar de que siempre fue un maestro de la Alta Costura, Manuel Pertegaz nunca rechazo el prêt-à-porter, y cuando llegó a España en los años 70 supo adaptarse a los tiempos inaugurando cinco boutiques.
Sus trabajos más reconocidos en territorio nacional han sido el traje de flecos realizados en porcelana cuando Salomé participó en el Festival de Eurovisión en 1969, y por supuesto el vestido de novia de la Reina Letizia. Un diseño con cuello corola y escote de pico, en seda natural bordado con hilos de plata y oro, y con una cola de 5 metros. Un vestido que sin duda, hizo historia, y lo situó de nuevo en primera fila. Unos meses más tarde desapareció de la vida pública, pero nunca dejó de trabajar.
Se va con él una figura legendaria de la historia de la moda, que brilló en los años más dorados y supo mantenerse en los más difíciles. Pero siempre fue y será considerado como el maestro y mago de la aguja.
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