Según Herbert Spencer, tipógrafo y profesor de diseño gráfico en la Royal College of Art de Londres, el movimiento De Stijl, junto con otros movimientos como el constructivismo, el futurismo y el dadaismo, contribuyó a la creación de lo que conocemos como tipografía moderna. Concretamente, los neoplasticistas otorgaron a la tipografía una función autónoma.
En lo que se refiere a la tipografía, en la década de los 20 y los 30 gran parte de las revistas europeas experimentaron con las combinaciones de letras y formas geométricas. Durante esta primera mitad de siglo XX se desarrollaron diversas tipografías de palo seco. Estos tipos de letra carecían de remates y de otros ornamentos, por lo que se mostraban sencillos y funcionales. La idea principal de la nueva tipografía era que debía representar un nuevo mundo, una sociedad que avanzaba hacia la igualdad social y hacia la integración del arte en la sociedad.
Theo Van Doesburg, uno de los máximos exponentes de De Stijl y punto de unión con la Bauhaus, creó una tipografía teniendo en cuenta los denominados tipos libres del futurismo. Estas letras se adaptaban a las exigencias de legibilidad, si bien algunas letras como la K o la X se hicieron realmente ilegibles. En el año 1919, Van Doesburg creó su alfabeto elástico. Se trataba de un alfabeto modular de letras mayúsculas simplificadas (sans serif) y en la que sólo había ángulos rectos. Van Doesburg diseñó cada letra sobre una retícula de 5×5, teniendo en cuenta la estructura modular que había utilizado Piet Mondrian en sus obras.
Aunque esta idea fue criticada por László Moholy-Nagy, por considerarse una elección excesivamente formal, lo cierto es que constituyó el primer esfuerzo de los movimientos de vanguardia para redefinir y simplificar el alfabeto.
En los siguientes años, esta tipografía fue versionada por otros artistas como Kurt Schwitters y Frederick Kiesler. En Holanda se utilizó de forma más esquemática por Huszár y Bart van der Leck.
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