Incorporar las antigüedades al diseño de interior no resulta sencillo. Primero debemos distinguir entre antigüedades y “cosas viejas”. Las primeras tienen una buena calidad y se valora su origen, procedencia e incluso qué artesano las realizó, son piezas únicas. Mientras que en las segundas simplemente se valora su tiempo de elaboración y, aunque sean muy decorativas, su valor es muy inferior.
Es importante que las antigüedades que incorporemos a nuestros espacios estén rodeadas de espacio vacío para darles el protagonismo que se merecen y poder observarlas desde diferentes puntos de vista. No se trata de llenar un espacio de muebles antiguos, sino de elegir pocos pero de marcado carácter. Si elegimos bien encajaran perfectamente en cualquier espacio, ya que funcionan en decoraciones clásicas y también en las más modernas.
Se debe conseguir la agrupación de diferentes elementos y acentuar sus características para nuestro diseño y esto requiere un trabajo riguroso.
No es necesario llenar un espacio con antigüedades de alta época y de precios desorbitados para conseguir un ambiente coherente. Un gran espejo antiguo y desgastado, un grabado moderno enmarcado en un marco de época, alguna porcelana no excesivamente colorida, alfombras antiguas que se les note el paso del tiempo… son algunos elementos que podemos incorporar a nuestros proyectos para entrelazar lo viejo con lo nuevo.
Otra opción muy acertada para incorporar antigüedades a nuestros diseños de interiores es usar piezas chinas, como los armarios de novia o alfombras de dibujos florales bicromáticas y desgastadas, que se integran muy bien en cualquier tipo de espacio; eso sí, dejad espacio a su alrededor para que destaquen en la imagen global de la estancia.
Si lo que queremos es utilizar sillas o butacas antiguas lo ideal es arriesgarse en tapizarlas con tejidos muy llamativos, coordinados con el resto, que tengan una fuerte personalidad.
Y recordad que siempre es mejor poco bien ubicado que mucho y desordenado.
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