Ronda el año 1870, una mujer francesa camina por la calle. Su cuerpo se moldea en forma de S: busto elevado, caderas hacia atrás y estómago plano. Nos encontramos en la Belle Époque.
París era el centro de la moda occidental donde se encontraban casas de costura de Doucet, Drécoll o Paquin. Inglaterra empezó a disfrutar de las fiestas, de los viajes y del consumismo propio de la Belle Époque a partir de la muerte de la reina Victoria en 1901.
El cuerpo femenino encorsetado era la silueta ideal de la época. Sus cuerpos tenían forma de S: busto marcado, cintura de avispa, caderas hacia atrás y estómago plano.
El diseñador francés Paul Poiret rompió con lo establecido de la época y junto con la casa de modas de Paquin crearon el estilo imperio británico, proporcionando a la silueta femenina más fluidez y dejando a un lado los corsés, volantes y corpiños.
El talle de sus vestidos subió hasta debajo del busto y las telas drapeadas caían suavemente. En 1909 influenciado por los estilismos orientales del Ballet Ruso de Serguéi Diághjilev, comenzó a crear diseños coloridos con aires exóticos y teatrales. Introdujo en la moda francesa, pantalones de estilo oriental, quimonos, túnicas ligeras, turbantes y plumas para el pelo. También algunas innovaciones como los vestidos pantalla de lámpara o las faldas encima de pantalones de estilo árabe. Así su rompedor estilo se convirtió en la tendencia de la época.

Vestido pantalla de lámpara de Poiret
Una de las tendencias más populares fue el traje sastre. Mujeres de clase media lo llevaban en sus trabajos y las mujeres de clase alta en el campo. El traje sastre se basaba en líneas puras y surgió del diseño masculino. En 1903 evolucionó de su forma en S a una versión de falda trabada (estrechas en la parte inferior).
Durante La Belle Epoqué las mujeres comenzaron a sentirse más libres, practicaban deportes, se manifestaban por sus derechos y lo más importante se liberaron del asfixiante corsé.
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