La celebración de una boda lleva mucho tiempo llevándose a cabo, incluso siglos, en épocas como el Antiguo Egipto o en la Grecia clásica, por lo que el vestido de novia esconde una larga e interesante historia que hoy vamos a ir descubriendo. ¿Te animas?
No siempre el vestido nupcial fue como el que actualmente conocemos, de color blanco sino que fue de otros colores y estilos; ya que ese color simbolizaba el luto. Si volvemos hacia siglos atrás, en Egipto, las novias llevaban faldas largas con una túnica de color azul encima; ese color simbolizaba la eternidad; además llevaban una cinta de rayas en el pelo.

En la Antigua Roma, los vestidos de novia formaban parte de un ritual religioso, eran túnicas blancas ajustadas con un cinturón con el nudo hercúleo que simbolizaba virginidad y que la llevaban las recién casadas y que solo podía ser desatado por el marido en la noche de bodas. Además llevaban en la cabeza un velo de color rojizo al igual que unas sandalias del mismo color que simbolizaba el fuego de Vesta, la diosa del hogar y la fidelidad. El peinado también estaba cargado de simbolismo, se basaba en seis trenzas en honor a las vírgenes vestales junto a una corona de lirios, trigo, romero y mirto que representaban la pureza, fertilidad, virilidad y larga vida.

Las novias de la Grecia clásica vestían túnicas de lino junto a un manto drapeado, además adornaban su pelo también con una corona de mirto, en honor a Afrodita, la diosa del amor. Los colores nupciales fueron desde el amarillo al blanco.

Durante la Edad Media, el simbolismo a través de los colores y formas del vestido se dejaron a un lado, para darle importancia a lo estético. Las novias llevan el mejor vestido llenos de brocados, tejidos preciosos, terciopelo, bordados y colores vivos como el rojo en tendencia en esa época que mostraba status y poder, y solía combinarse con dorado.

En el Renacimiento se pone de moda el vestido en colores pastel con diamantes, bordados y piedras preciosas.

Con la llegada de los siglo 16 y 17, el vestido de novia en color blanco puro se fue popularizando junto a otros tonos como el champagne y el blanco roto, simbolizando pureza y refinamiento. Así uno de los primeros vestidos nupciales en blanco fue el llevado por la princesa Philippa de Lancaster en 1406 y se trataba de una túnica y manto de seda blanco bordado.

En el siglo 18, el velo se convierte en elemento imprescindible para la mujer perfectamente casada; un siglo más tarde, en el 19 se pone de moda entre las novias ricas el uso del miriñaque; en cambio las de clase más baja usaban trajes de colores como azul y rosado que luego utilizarían como vestidos de noche.

En 1840, la Reina Victoria de Inglaterra puso de moda el vestido de novia en color blanco. Su traje de encajes es combinado con un largo velo y su pelo adornado con azahares que simbolizan la fertilidad. Su estilo se extiende por toda Europa, poniendo en moda el color blanco y el uso del azahar como complementos para una esposa victoriana.

El color blanco se va convirtiendo en símbolo de virginidad, pureza y belleza, usándose para ceremonias religiosas; aún así no es el color oficial para todas las bodas en diferentes culturas. Por ejemplo, las novias hindúes visten el sari de color rojo adornado con oro junto a tatuajes de henna en pies y manos.

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