Durante más de 130 años la Casa Vicens ha permanecido oculta para la mayoría de la gente. Desde su construcción, entre 1883 y 1885 por encargo de Manel Vicens, esta vivienda ha sido de uso únicamente privado y poco ha trascendido más allá de su fachada.
El edificio, considerado uno de los precursores del Modernismo catalán, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad en 2005 y en 2014 la entidad andorrana MoraBanc lo compró a la familia Herrero-Jover, sus últimos dueños. Tras años de restauración y reformas, y 12 meses de retraso, se espera que la apertura de la casa sea en la segunda mitad de este año.
Su actividad será, como no podía ser de otro modo, como casa-museo y contará con una exposición permanente sobre la historia de la finca, la obra de Gaudí y el contexto social y cultural del genio catalán.
Los arquitectos José Antonio Martínez Lapeña, Elías Torres y David García firman el minucioso proyecto de rehabilitación y restauración, con el que han reivindicado la originalidad inicial de la obra gaudiniana. Martínez Lapeña ha subrayado la necesidad de “dar vida a un objeto a riesgo de desaparecer y restituirlo como fue estimado” al principio, teniendo en cuenta que las viviendas son el espacio que menos han sufrido modificaciones con el paso del tiempo.
La singular mansión mezcla el estilo historicista mudéjar con formas de inspiración india y japonesa. «El magnífico entorno inicial lleno de plantas desapareció con el tiempo, pero hemos revalorizado el jardín en el pequeño espacio que ahora queda», explica el arquitecto David García, que destaca que también la decoración interior está repleta de aves, de hiedras y de frutos del bosque, de uvas y de cerezas.
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