Retrocedemos a los años 30 en una cultura dominada por los hombres, pero aparece en escena Louise Dahl-Wolfe, una mujer libre y fotógrafa que se mudó a Nueva York donde comenzó a trabajar en la popular revista Harper’s Bazaar por dos décadas realizando miles de fotografías de moda y cientos de portadas.
Pero antes, estudió pintura y anatomía en el Instituto de Arte de San Francisco donde aprendió sobre teoría del color, composición, distribución en el espacio de las formas y los volúmenes, formación que le ayudaría más tarde a su profesión como fotógrafa. Unos años más tarde, emprendió un viaje por Europa y el norte de África junto con la fotógrafa Consuelo Kanaga. A la vuelta de su viaje, comenzó retratando a personas, bodegones y desnudos.
La fotógrafa libre
Durante su intensa labor en la revista Harper’s Bazaar tuvo la suerte de poder experimentar libremente a través de la fotografía, dando lugar a una ruptura de los cánones establecidos en la moda, y estableciendo una nueva fotografía basada en el uso de luz natural, de localizaciones exteriores como el desierto de California y sobre todo en el uso del color; recurso que le proporcionaría un premio del Art Directors Club of New York. Además fue una experta en la fotografía de retrato, incluso a estrellas de la época como Marlene Dietrich u Orson Welles, que les invitaba a posar con luz natural al aire libre.
En 1960 se retiró de su labor como fotógrafa, y hasta los años 80 no fue recordada gracias al libro A Photographer’s Scarpbook donde aparecían sus trabajos fotográficos.
Louise Dahl- Wolfe es una de las mujeres que merecen ser recordada en la historia, por su espíritu revolucionario que definiría la fotografía de moda moderna que ahora conocemos y que ha inspirado a fotógrafos como Richard Avedon o a jóvenes fotógrafas feministas como Petra Collins; porque sin duda ella fue una mujer moderna de su época que siempre recordaremos.
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