Hoy recordamos a una de las primeras fotógrafas de moda que rompió barreras para lograr su pasión: retratar a través de la lente fotográfica. Nos referimos a Dora Kallmus, conocida como Madame D’Ora.
Sus comienzos en el mundo de la fotografía le llevo a desafiar la sociedad en la que vivía donde la mujer no estaba bien vista detrás de una cámara; aún así para ella eso no fue un obstáculo, y durante el año 1905 se inscribió en los cursos teóricos del Instituto de Formación Gráfica de Viena siendo la primera mujer en ser admitida, aunque no le permitían llevar a cabo la parte práctica; es decir coger una cámara. Ese mismo año la joven Dora se convirtió en miembro de la Sociedad Fotográfica de Viena. Y más tarde, pudo formarse en el taller de Nicola Perscheid en Berlín.
Al poco tiempo, con tan sólo 26 años, abrió su propio taller llamado el Benda – D’Ora Studio en Viena junto con Benda, un joven que llevaba la parte técnica y ella la parte artística desde el estilismo, la iluminación, el encuadre y la composición. Su fotografía se basaba en difuminar los contornos o flou que recordaba al Pictorialismo.
Pero el éxito llegó a su puerta tras haber retratado al pintor Gustav Klimt; dando lugar a que la aristocracia, burgueses y artistas de Viena quisieran ser retratados por ella; incluso fue contratada por el emperador de Austria, Carlos I.
En los años 20 se trasladó a París donde abrió otro taller y esta vez sola, sin ayuda de su compañero de trabajo. Allí tuvo un gran éxito en la fotografía de moda, gracias a sus retratos de mujeres libres y desinhibidas que se mostraban ante la lente sin ningún tabú. Esto dio lugar a que fuera reconocida internacionalmente y que artistas, ricos y firmas de moda desearan sus servicios.
Sin duda, Madame D’Ora fue una mujer moderna que rompió moldes para establecer un nuevo camino donde la mujer pudiera desarrollar su pasión por algo; en su caso por la fotografía.
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